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martes, 30 de marzo de 2010

Esta noche hay luna llena. Esta noche encenderemos una vela roja por vosotros que nos esperáis y por todas las familias que aguardan encontrar la mitad que les falta.
















Una creencia china que dice que si 100 familias piden el mismo deseo a la luz de la luna llena, durante la cena, con una vela encendida, se concedera el deseo.

Además, se dice que un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper. Sé que el hilo es invisible, pero yo voy a hacer mi particular adaptación de esta creencia y llevaré, desde hoy, un hilo rojo que me permita estar más cerca de vosotros.

martes, 23 de marzo de 2010

Llevo un buen rato intentando subir las fotos de los deseos que he ido recibiendo pero, por la razón que sea, ésas, exactamente ésas, no se terminan de cargar. Sin embargo, las famosas fotos aquellas que hice cuando decidimos liarnos a tirar tabiques, sí que puedo subirlas. Así que, aquí están:


Mamá recogiendo escombros, con mono de trabajo incluído, ¿eh? ¡¡Que no se diga!!
Y papá también, que no todo lo hice yo (jejeje).

Y aquí estoy otra vez, pero ahora picando la pared, en busca de la tubería del agua.
Y de nuevo, picando. Y ¿¿quién hizo las fotos?? ¡¡¡Pues el que debería estar picando!!! Aunque debo decir, que yo sólo estuve un poquito, el resto lo hizo Marcos, pero que conste que no sólo trabajé para quedar bien en la foto eh?
Pasamos un buen día, tirando tabiques aporreando la pared. Es una buena terapia para desahogarse y soltar adrenalina. Ahora ya no queda nada que derribar, así que habrá que ocupar el tiempo pensando en cómo amueblarla.

Ya os iré contando...

sábado, 13 de marzo de 2010

HISTORIA DE ETIOPÍA II




Gran parte del s. XX estuvo marcada por la figura de Emperador Haile Selassie. Durante su mandato (1930-1974), Etiopía sucumbió a la ocupación italiana (1936-1941) del gobierno de Mussolini. En 1962, Etiopía se anexionó la antigua Abisinia italiana, Eritrea, consiguiendo de esta manera tener acceso al mar. Sin embargo, no logró mantener durante mucho tiempo la utilización de los puertos eritreos, ya que desde el principio los movimientos eritreos de resistencia a tal ocupación impidieron mantener el control efectivo sobre los mismos.

En 1974 un golpe militar acabó con la monarquía de Haile Selasie instaurándose en 1977 una República Popular presidida por Menqistu Haile Mariam. Su Gobierno, apoyado por la Unión Soviética se enfrentó con los movimientos armados secesionistas en las provincias Tigre y Eritrea, y con choques fronterizos ocasionales con Somalia. Tres de años de gran sequía, mala administración económica y la desconfianza entre el Gobierno y las agencias Occidentales de asistencia ocasionaron la más famosa de las hambrunas sufridas por Etiopía, en 1983. En mayo de 1991 fue forzado a dimitir, refugiándose en Zimbabwe.

Las tropas del Frente Democrático Revolucionario de Etiopía (EPRDF) tomaron el gobierno del capital y su líder, Meles Zenawi, asumió la presidencia del gobierno provisional, comprometiéndose a la celebración de elecciones. El EPRDF, que había recibido ayuda de los rebeldes etíopes, apoya la celebración de un referéndum supervisado por la ONU, en la provincia de Eritrea, referéndum que con más del 99 % de los votos llevara a Eritrea a recobrar su independencia en mayo de 1993.

Ese mismo año, el EPLF celebró las primeras elecciones multipartidistas que fueron boicoteadas por el Frente de Liberación Oromo (OLF) que venía luchando por la independencia de la región Oromo, en el oeste del país. El gobierno de transición pactó con el FMI una serie de reformas que le permitieron a acceder a préstamos del Banco Mundial. Sin embargo estos préstamos no llegaron en los plazos acordados lo que ayudó a que otra hambruna, en 1994, ocasionara millares de muertos en el distrito de Wolayata, en el sur del país.

En 1995 se realizaron nuevas elecciones que de nuevo fueron boicoteadas, pero esta vez por la práctica totalidad de la oposición. El gobierno saliente de esta elecciones presidido por Negasso Gidada, promulgó una nueva constitución por la que Etiopía de dotaba de una estructura federal y formó un gobierno dirigido por el presidente anterior, Meles Zenawi y compuesto por ministros provenientes de los diferentes principales grupos étnicos que componen Etiopía.

Tras la aprobación de la nueva Constitución, Etiopía adoptó el nombre de República Federal Democrática de Etiopía, constituyéndose como la Federación de las Naciones, Nacionalidades y Pueblos de Etiopía, dividiendo el territorio en nueve Estados diferenciados por su composición étnica (Tigray, Afar, Amhara, Oromia, Somalia, Benishangul-Gumuz, Naciones, nacionalidades y pueblos del sur, Pueblos de la Región Gambela y Pueblo Harari), reconociéndoseles a cada uno de ellos el Derecho de Autodeterminación.

lunes, 8 de marzo de 2010

El hada que quería ser mamá.

PARTE IV Y ÚLTIMA.
Sucedió que, un día, mientras estaba pasando la tarde con la anciana, de la que ya se sentía parte, un duende llegó para comunicarle que ya habían encontrado una hadita para ella. No era un hada bebé, pero era un hadita que necesitaba una familia. Sin importarle la edad de su hija, sin permitir que pensamientos negativos  se apoderaran de ella, salió de casa a gritar al mundo la buena nueva.

Se acercó un abrazar a quienes le sonreían y procuró alejarse de aquéllas que tenían negro el corazón, pues ése era su momento y nadie tenía derecho a empañarlo. Y, por supuesto, el mejor y más grande de todos los abrazos lo dio y recibió de la anciana hada.
Poco tiempo después, preparó todo lo necesario y se puso en camino hacia el Refugio. Mil veces se había imaginado la carita de su niña, pero nada pudo haberla preparado para aquel encuentro: Según llegó al Refugio, como una exhalación salió por la puerta principal de una preciosa hadita que se tiro a su cuello y le estampó un sonoro beso  y húmedo en la mejilla. Y entonces ella lloró y lloró, pero esta vez, de pura dicha.


Y abrazo a su hijita todo lo que fuerte pudo y supo que nunca podría olvidar ese momento ni esa sensación en el estomago y el corazón. Y supo también, que las dos habían estado unidas desde siempre, que ella y no otra, era la única que podía ser su hija y que nada ni nadie hubiera podido evitar ese momento, de la misma manera que nada ni nadie jamás podría romper los lazos que las convertían en un ser solitario.
Por supuesto y sin lugar a dudas, la anciana hada se convirtió en la madrina de la pequeña y, cuando el resto de las hadas preguntaron el motivo, al contarles todo lo que la anciana había hecho por ellas dos, nadie osó contradecir la decisión, de la misma manera que muchas, al ver  con sus propios ojos la felicidad que se había creado gracias a ella, nunca más volvieron tenerla por una loca, sino por el hada más inteligente y sabia que jamás hubiera existido en el Reino de las Hadas.

Y, colorín colorado ... este cuento se ha acabado.
Espero que os haya gustado.
Para todas y todos los que estáis o habéis estado luchando por sobrevivir en las bravas aguas  de un proceso adoptivo. Esto es sólo un cuento y, claro está, tiene un final feliz. Pero en algun lugar del mundo, nuestras haditas están esperando que escribamos un ...Y FUERON FELICES Y COMIERON PERDICES ... en la última hoja de nuestra historia. Tarde o temprano todo llega. Pero llega.

POR LOS DERECHOS FUNDAMENTALES DE LA MUJER.


Y poco más que añadir.

domingo, 7 de marzo de 2010

El hada que quería ser mamá.

PARTE III
Durante este tiempo, el hada siempre iba a hablar con la anciana. A nadie más le contó en qué se había metido y por eso, las demás no comprendían que prefiriese pasar el tiempo allí, recluida y en silencio cuando podía irse con ellas, disfrutar del sol y del ruido que producían todas sus voces juntas. Ellas no entendían que la joven hada sólo buscaba una compañía amable, tranquila, que no le tuviese lástima por no poder subir a lo alto del Árbol Sagrado.

Así pasaron los días y, cada cierto tiempo, ella se asomaba al arroyo y estudiaba su reflejo cambiante por las ondas del agua. Se preguntaba, buscaba respuestas e, incluso, a veces se cuestionaba si lo que estaba haciendo era correcto: al fin y al cabo, todas esas haditas se conocían bien, se querían, se preocupaban las unas de las otras, tendrían sus amistades… Luego, ¿quién era ella para separarlas? ¿Acaso debería seguir intentando alcanzar la copa del Árbol Sagrado? Era en estos momentos cuando más desesperada se encontraba y más necesidad tenía de la limpia y tranquila mirada de la anciana hada. Allí sentía que todo estaba bien, que todo era correcto…


Un buen día, cuando ya creía que el arroyo no le devolvería el reflejo que ella tanto ansiaba, se asomó y la felicidad se hizo dueña de su corazón: de repente, vio su cara reflejada en el agua, quieta, limpia, clara, transparente… ¡Era un sí! ¡Sí! Había conseguido superar la más difícil de las pruebas. El arroyo le daba su bendición y pronto podría reunirse con la que sería su hijita. Y loca de alegría fue corriendo a contárselo a la anciana. Las dos lloraron y se rieron al mismo tiempo y fue entonces cuando ella decidió que quería compartir la maravillosa noticia con las demás.

Y fue entonces cuando descubrió que no todo el mundo se alegraba por ella. La cuestionaron, la juzgaron, le recriminaron que no había intentado ser madre con muchas ganas, como el resto de ellas. Le auguraron fracasos con su hijita e incluso llegaron a decirle que jamás la querría como ellas querían a las suyas y todo porque su hija no llegaría de una nube moldeada con gotitas de caramelo por sus propias manos.

Si bien es cierto que, al principio, se vio muy afectada por todas estas opiniones, en cuanto recordó todo el apoyo de la anciana y toda las historias del Refugio que ésta le había contado, se enfrentó a las demás diciendo que no había pedido su aprobación, tan sólo había querido hacerlas partícipes del acontecimiento más importante de su vida. Y ellas no tenían por qué aceptarlo, pero ella no tenía por qué escuchar sus comentarios.

Como el viaje al Refugio no era inmediato, al hada joven le dio tiempo a preparare su casa y su corazón para esa nueva parte de su vida. Y, al mismo tiempo, algunas hadas de las que, al principio se opusieron a su idea, poco a poco fueron recapacitando y entendiendo que cada una puede vivir su vida como mejor le parezca, que todas las hadas tienen derecho a ser madres de la manera que ellas elijan y que las que la quisieran y se consideraran sus amigas, se alegrarían por ella y la apoyarían durante el resto del proceso.

sábado, 6 de marzo de 2010

El hada que quería ser mamá.

PARTE II
El hada que quería ser mamá tenía un problema que se lo impedía: no tenía alitas y sin alitas nunca podría subir a lo alto del Árbol Sagrado. Perdió las alitas cuando era pequeñita, pues se las pinchó con las espinas de una rosa y se le rompieron. Todas creían que le volverían a crecer… pero no fue así.
El caso es que la pobre estaba muy triste. Día tras día intentaba llegar a lo alto del Árbol Sagrado trepando por su tronco, pero apenas había avanzado un palmo y ya estaba cansada. Así que, cada tarde, volvía a su casa destrozada por la pena. Pasaba siempre por delante de la anciana hada, llorando y llorando. Ésta, la veía triste, pero nunca le decía nada. Hasta que un día la llamó por su nombre. Las demás hadas no se podían creer que hubiera hablado y aún más les costó comprender por qué la joven hada siguió hasta el interior del bosque.

A solas, la anciana hada le contó que, si de verdad quería ser madre, no era necesario que subiera a lo alto del Árbol Sagrado, pues ella sabía que en un lugar del bosque existía un refugio para todas aquellas hadas bebés cuyas madres no habían tenido paciencia para esperar la lluvia de caramelo. En estos casos, una preciosa golondrina, recoge las camas de nube y las transporta con su pico a este refugio especial dentro del bosque. Allí crecen y se mantienen a la espera de encontrar a alguien que quiera cuidarlas.
A la joven hada le pareció maravillosa esta idea y aceptó enseguida convertirse en madre de una de estas haditas.
Pero entonces su alegría se esfumó al enterarse de que las cosas no iban a ser tan fáciles: del mismo modo que unas tenían que subir a lo alto del Árbol Sagrado y, con su cama de nubes esperar a la lluvia de caramelo, ella tendría que pasar por otra serie de pruebas: en primer lugar, debería ir a hablar con el duende encargado del Refugio, tendría que explicarle por qué motivo había elegido el Refugio para convertirse en mamá. A continuación debería ir, durante un tiempo, al arroyo que pasaba cerca del Árbol Sagrado. En él, miraría su reflejo y tendría que descubrirse a sí misma, conocerse, entenderse, escucharse. Y después, debería esperar la respuesta del arroyo. Ésta no llegaría en un momento determinado, sino que habría que esperar un tiempo. Entonces, si el arroyo le devolvía su reflejo claro, nítido y sin movimiento, todo habría salido bien y la espera había merecido la pena.

viernes, 5 de marzo de 2010

El hada que quería ser mamá.

Sé que muchos de los que me leéis estáis esperando que cuelgue las famosas fotos de la reforma de casa y de los deseos que me van llegando pero, en vista de que, cuanto más inteligentes son las nuevas tecnologías, más idiota me vuelvo yo, os propongo un trato: las fotos por un nuevo cuento. ¿Aceptáis? Bueno, si no lo hacéis, os va a dar igual, porque la decisión está tomada, jejeje.

PARTE I
Había una vez, un hada mayor. Pero mayor, mayor, mayor. Tan mayor que nadie sabía cuántos años tenía. Nadie sabía cuánto tiempo llevaba allí y nadie sabía cuánto tiempo se quedaría.

Las demás hadas le preguntaban, pero ella nunca contestaba. Tan mayor era que incluso hablar, le costaba un esfuerzo tremendo. Tremendísimo.
Lo bueno de ser tan mayor era que, después de haber vivido tanto, había visto una cantidad enorme de cosas y había aprendido muchísimo. Las hadas más jóvenes no la tenían muy en cuenta. Decían que no servía para nada. Ni siquiera para dar consejos o contar historias como el resto las abuelas. Ella sabía que decían esas cosas, pero no le importaba porque creía que lo hacían sólo porque eran jóvenes y no sabían de la vida.
Un día un hada decidió que quería ser mamá. Para ser mamá en el Reino de las Hadas, hay que pasar una difícil prueba. Ésta consiste en volar a lo alto del Árbol Sagrado, construir una cama con trocitos de nubes y esperar allí a que lluevan gotitas de caramelo. Cada parte de esta prueba es muy importante: no todas consiguen llegar a lo más alto del Árbol pues, como sabéis, las hadas son pequeñitas y cuando llevan mucho tiempo volando, sus alas se cansan y deben parar. Las que consiguen llegar, deben implorar al Árbol Sagrado que las deje trepar por sus ramas, para estar cerca de las nubes y coger los trocitos necesarios para construir una camita. ¡Y el Árbol Sagrado no deja hacer eso a cualquier hada! Debe ser un hada buena, responsable y amorosa; pues educar a un hada bebé requiere de esas tres cualidades, puesto que este trocito de nube se convertirá, más adelante, en el corazón de un hada. ¡Cuidar del corazón de un hada y procurar que en él nunca aniden el rencor, el odio o la maldad es una tarea muy importante!
Una vez hecha la camita, toca la parte más dura: esperar a que lluevan gotitas de caramelo. Ésta es una parte muy especial: sólo llueve caramelo una vez cada mucho tiempo y algunas hadas se cansan de esperar y abandonan los corazoncitos de las pequeñas. Es importante recoger el máximo número de gotitas de caramelo, pues éstas crearán  haditas dulces y no ariscas y serias. Cuando se han pasado todas estas fase, entonces cada hada va dando forma a la nube hasta que a ésta le crecen unas alitas pequeñitas, pequeñitas, pequeñitas. Y luego, poquito a poquito, la nube se irá transformando en una nueva hadita.


Espero que os esté gustando. Mañana seguimos.