Después de dos días creyendo que el mundo se me viene encima, me he dado cuenta de que, independientemente de si es cierto o no, puedo contar con miles de manos que me ayudarán a quitar los pedruscos que impidan que me levante.
Sabía que, en este duro camino de la adopción, aunque no nos conozcamos, nos apoyamos unas a otras. Sabía que no nos importa dedicar unos minutos de nuestro tiempo libre a pasearnos por los blogs de las compañeras de aventuras a leer y dejar algún comentario.
Sabía que, gracias a internet, podría llegar a conocer a quienes comparten mis mismas dudas.
Pero creo que nunca imaginé la cantidad de personas que podrían llegar a preocuarse por mí sin conocernos realmente.
A todos aquellos que me habéis dejado esos magníficos mensajes de ánimo, a mis chicas de la colcha que se movilizaron para llamarme o para pasarse por aquí, a todas las que compartís conmigo estos duros momentos, a todos y a todas los que, en definitiva, habéis querido "estar" a mi lado en estos días tan negros para mí, sin ningún otro propósito que el de intentar hacerme fuerte y hacerme ver que no estoy sola en esto, sólo puedo deciros GRACIAS.
Siempre he dicho que la familia es una de esas pocas cosas que uno no puede elegir en esta vida. La tienes y punto. Si te gusta o no, es otra historia. Pero cada día estoy más convencida de que sí. Sí puedo decidir quién quiero que forme parte de mi familia y quién no. Y he decidido que todas vosotras sois mi gran familia. Somos una familia diferente, pero grande y fuerte. Somos una familia de verdad porque no tenemos lazos de sangre que nos obliguen a portarnos adecuadamente. Hacemos y decimos lo que queremos a los demás miembros por pura convicción. Y eso, desde luego, es valiosísimo.
Chicas, ahora sé que puedo contar con todas vosotras. Y ahora sé que podéis contar todas conmigo.
Gracias por darme la mano, echarme mercromina en herida y ponerme esta fantástica tirira con globos de colores y caritas sonrientes. Aún no estoy bien del todo, pero ahora tengo más fuerza para seguir adelante.
Y, por supuesto, gracias a mi par de compañeras que estos días, cada mañana y a cada momento, me han ido preguntando cómo me encontraba. ¡Gracias chicas!
Y por último, aunque no por ello menos importante, a los que tengo más cerca, que me han demostrado que también se han preocupado por mí y han intentado animarme de todas las maneras posibles.
Cada vez tengo más claro que me sobran más personas y que tengo más familia.