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miércoles, 4 de agosto de 2010

Firma con la ECAI

 
Bueno, pues como lo prometido es deuda, paso a relataros nuestro encuentro con el abogado de Behbey.

Como ya dije, firmamos el pasado 21 de junio. Ese mismo día, aterrizábamos en Barajas después de finalizar nuestro viaje por Méjico. Completábamos 24 horas sin dormir, agotados, acalorados y sin saber si nos tocaba comer, cenar o desayunar. Pero como las penas con pan son menos, aguantamos como jabatos con tal de llegar al despacho y firmar.

Tengo que de decir que la espera se hizo mucho más llevadera gracias a unos grandes amigos que nos recibieron en su casa y nos invitaron a una cervecita. Hubiéramos comido con ellos pero, como ya os he dicho, ni ganas nos quedaban para eso.
El caso es que quedamos con ellos porque tenían mi partida de nacimiento, uno de los tantos documentos necesarios para poder completar nuestro expediente. La historia de mi partida es muy graciosa. Veréis:

Resulta que yo nací en Madird pero llevo ya unos años viviendo en Cuenca, con lo cual, debo pedir la partida en el Registro Civil de Madrid. Hasta aquí todo bien. Perfecto. Pues no creáis que mi odisea se solucionó después de todo aquello que relaté en una de mis entradas anteriores. No. Yo no podía tener tanta suerte y marcharme de vacaciones tranquila.
Una vez que pasó un tiempo prudencial para ellos (que, en ningún caso, coincide con el del resto de los mortales), decidieron darme luz verde para pedir otra partida (porque es un pecado mortal solicitar de nuevo tu partida cuando tienes otra en curso, a pesar de haber pasado cuatro semanas desde que la pediste). En este caso, marqué la casilla que dice "Recoger en el Registro", con la idea de autorizar a estos amigos de los que hablaba al principio, para que fuesen a por ella (puesto que yo estaría de viaje y firmaría el mismo día de nuestra llegada). Muy bien, pues me voy de vacaciones habiendo enviado por correo la documentación necesaria cuando solicitas que sea otra persona la que recoja tus documentos oficiales. Me aseguré de que mi petición llegó al R.C. y me fui tan contenta pensando que tooodo estaba solucionado.
Cuál es mi sorpresa (nada grata, por supuesto), cuando desde la Riviera nos conectamos a internet y me encuentro con un mail del R.C. en el que pone "Su solicitud se ha cursado favorablemente, por lo que ya puede pasar a recoger su partida de nacimiento literal al REGISTRO CIVIL DE CUENCA". De verdad, por mucho que lo intentéis, no creo que logréis haceros una idea de la sensación de ahogo, de desesperación y de impotencia que me embargó. Lo intenté, os prometo que intenté no soltar ni una sola lágrima, más teniendo en cuenta que nos encontrábamos en un autobús lleno de gente, deseando llegar a Chi Chén Itzá. Pero la angustia me pudo y acabé llorando en silencio. Y el pobre Marcos, a mi lado, con el móvil en la mano mostrando mi bandeja de entrada en Yahoo.es, intentando animarme.
A todo esto, debo deciros que era viernes, teníamos todo el fin de semana por delante y, además, en Madrid ya era por la tarde, con lo cual no se podía hacer nada hasta el lunes. Ahí me véis, hirviendo de rabia y deseando tener delante al funcionario de turno que acababa de conviertir mis vacaciones en un calvario.
Al final, el sábado, hablé con mi madre, le pedí que el lunes a primera hora se acercaran al R.C. de Cuenca a ver si realmente estaba allí o se trataba de una nueva fumada del trabajador. Afortunadamente, esta vez era verdad. Así que, a las diez de la mañana del lunes, mi partida viajaba de nuevo a Madrid, por correo urgente y certificado, a casa de estos amigos, de forma que el miércoles, cuando nosotros llegásemos, estuviera allí.
Os prometo que hasta que no tuve en la mano el sobre, lo abrí y vi la partida, no respiré tranquila. Aún esperaba que en vez de haberla enviado literal, fuera una normal. Después de tanto, nada me hubiera parecido raro.
Así que, mil gracias, Nieves y Carlos, por todo. Y a mis padres también, claro, que fueron quienes la enviaron de vuelta a Madrid. Y ya puestos, quiero agradecer a todo el equipo que se dedica a la ardua tarea de buscar en el ordenador una partida de nacimiento, imprimirla, sellarla y enviarla a donde a ellos les parece, por lo deprisa que lo hicieron todo. Sin su preocupación por mi necesidad, sé que nunca hubiera tenido a tiempo ese ansiado papel para poder realizar mi sueño (rídiculo, al fin y al cabo) de firmar con una ECAI para poder ser padres. Gracias, de verdad, siempre podría haber sido peor.

Y retomando el hilo, pues eso, que al final, a las 6 de la tarde estábamos sentados en el despacho de Enrique, firmando el tan ansiado contrato. Y cuando nos disponemos a revisar la docuementación... ¡TACHÁN! Nueva sorpresa: una de las cartas de aval no es válida (antes de firmarla ante notario, se la envié por mail, pero también tuve la suerte de ser ésa entre un millón que envía mails que acaban perdidos en el ciberespacio), Marcos y yo estábamos empadronados en sitios diferentes y, encima, a pesar de haber pedido un CERTIFICADO de empadronamiento bien alto y claro (porque os prometo que, quizá, otra cosa no, pero hablar, hablo muy bien), resulta que me dieron un VOLANTE. Y  aquí entono el mea culpa, porque debería haberme cerciorado de que me daban lo que pedía, pero cómo iba yo a imaginar que no existe ni una sola persona que haga bien su trabajo...

Con lo cual, volvimos a Cuenca casi casi como llegamos a Madrid: con las manos vacías. Sí, habíamos firmado el contrato, pero aún nos quedaba trabajo. Bien, pues en cuanto volvimos a ser dueños de nuestros horarios habituales de alimentación y sueño, allá que nos fuimos a la Oficina del Padrón a empadronarnos en la misma casa, dejamos muy clarito que necesitábamos un certificado firmado por el alcalde y nos contestaron que estaría listo el viernes de la siguiente semana. Por otro lado, arreglamos la carta de aval, pedimos cita con el notario y chimpúm catapúm.

Y diréis "y colorín colorado, este cuento se ha acabado". Pues no. Me marcho el viernes siguiente a por mi padrón, me atiende otro empleado (empelada en este caso), le comento que ya estuve la semana anterior, que venía a recoger un certificado, que patatín patatán. Y ¿sabéis lo que me da? Palabrita del Niño Jesús, que me quede en el sitio si miento (como dice una compañera mía), un ¡¡¡¡VOLANTE!!!! Imaginaos mi cara... Con toda la paciencia del mundo empiezo la siguiente conversación:

(YO): Perdona, pero te he pedido un certificado.
(FUNCIONARIA): Ah, bueno, pero el volante y el certificado valen igual.
Y: No, verás, la semana pasada tuve que volver porque, anteriormente, me disteis un volante a pesar de haber solicitado un certificado y resultó que no me valía. Te estoy pidiendo un certificado.
F: Pero es que, yo te estoy diciendo, que valen igual.
Y: Bueno, y yo te estoy diciendo que quiero un certificado, que estuve la semana pasada, que he tenido que volver hoy porque lo tenía que firmar el alcalde, y que, para lo que lo necesito no me vale un volante.
F: Uy! pero es que ese tipo de certificados están en una carpeta en el despacho y me tengo que levantar.
(un despacho cuya puerta yo podía tocar con la mano desde la silla en la que estaba sentada).
Y: Pues me parece muy bien.

Al final la tía se levantó y fue a por la carpeta, prácticamente me tiró el certificado a la cara y encima me suelta "Pues el volante te lo llevas, porque yo no lo quiero para nada".

Así que, después de esto, de firmar ante el notario y enviarlo todo por correo al abogado, una vez confirmado todo, hicimos la transferencia del primer pago.

Y, ahora sí, por fin, podemos respirar.

En teoría, contando con el parón de agosto y septiembre, empezaremos a existir en Etiopía en Diciembre.

Y ahora sí, por fin, colorín colorado, este cuento se ha acabado.

9 comentarios:

Kinshasa dijo...

Pues si que os ha costado!!! Los papeleos...arggg se hacen con ilusión pero agobian....

bss

Teresa

gloria dijo...

Juas, juas, juas, tú eres de las mías!! Mientras te está pasando te controlas todo lo que puedes, aunque lo estés pasando de pena y explotes de impotencia en muchos momentos, y luego... Ala va, contémoslo y riámonos un ratito, que ya he llorado bastante!!
Un abrazo.

Laura dijo...

Pues sí, Teresa, más de lo que me hubiera podido imaginar. Pero afortunadamente, ya se ha acabado.
Gloria, hay que tomárselo así, de otro modo, muchas veces me echaría a la calle con una recortada, en serio!!!jijiji!!

Besos para las dos!

JOSE Y GEMA dijo...

Pue si, ya teneís otra pasito yaaaa, Enrique es un encanto la verdad, con nosotros se portó genial, nos aclaró muchas de nuestras dudas, un abrazo desde Badajoz
JOSE Y GEMA

Ángeles Ibirika dijo...

¡Y luego decimos que nueve meses son largos...!
Esto es constancia y paciencia, y lo demás son tonterías.
Felicidades. Ya va quedando menos para el gran día en el que se una vuestra maravillosa familia.
Un abrazo enorme, preciosa.

Gisela dijo...

Me encanta tu sentido del humor contándonos esta historia!!! Claro está que a estas alturas y ahora que ya has firmado es más fácil.... :^)

PERO ahora ya está!!! Por fiiiiin!!!

Aunque.... ya te puedes ir preparando para cuando tengas a los peques y te toque hacer papeles otra vez.... jajaja

ISA dijo...

Hay que ver la de vueltas que dan para eso,mientras los niños no tienen un hogar ni condiciones para vivir, pero la burocracia es asi, papeles y mas papeles,ya falta menos,un beso y animo.ISA

Laura dijo...

Pues sí, Gema, la verdad es que Enrique es un cielo, tuvo una paciencia infinita, incluso cuando yo perdí los nervios al ver que los papeles estaban mal. Es una suerte que gente tan maravillosa sea la que nos esté ayudando a traer a nuestros hijos.
Muchas gracias Ángeles! ojalá tengas razón y llegue pronto ese día tan deseado!!
Jajaja Gisela!! La verdad es que una vez que estén mis niños aquí, si me marean con los papeles, creo que no me molestará tanto, porque ya los tendremos con nosotros!!!
Isa, totalmente de acuerdo contigo, pero como tú dices, la burocracia no entiende de esto!

Besos a todas!!

Nieves dijo...

¡Menuda odisea!
Me ha encantado la conversación que tuviste con el tema del volante/certificado. jajaja.
Para escribir una historia, vamos.

Se os ve la misma carita de alegría que cuando firmasteis en vuestra boda.

FELICIDADES, CHICOS.

Anda que no tengo ganas ya de que estén aquí los críos. Les voy a malcríar, os aviso. Y Carlos, ni os cuento. Vais a tener que esconderlos o se los comerá.

Besos, guapetones.