Lilypie - Personal pictureLilypie Premature Baby tickers
Lilypie Assisted Conception tickers

Lilypie - Personal pictureLilypie Assisted Conception tickers

domingo, 23 de junio de 2013

La personita más bonita del mundo nos recibe con los brazos abiertos.




Ayer llegamos a Etiopía a las seis de la mañana después de casi 24 horas de viaje. Muertos, muy muertos, tremendamente agotados. Pero pisando, por fin después de tres años y medio, suelo etíope las penas parece que desaparecen. 


No tardamos mucho en recoger las maletas y menos aún en llegar al hotel. Check-in rapidísimo y en nada en la habitación. A deshacer las maletas corriendo y a bajar a desayunar. Yo me habría ido a dormir pero el hambre (o las ganas de comer por la ansiedad) y la necesidad de hablar con el representante para ver a qué hora podríamos ir al orfanato, hicieron que el sueño pasara a un segundo lugar. 

Después de llenar el estómago nos fuimos a dar una vuelta por los alrededores del hotel. Yo necesitaba comprar algo de maquillaje porque, lo que son las cosas, es lo único que no metí en la maleta. Y con la cara que llevaba (ya más de cuatro días sin dormir apenas y la sinusitis invadiendo todos los rincones de mi cara) no estaba yo en mi mejor momento. Si en ese instante tengo que ir al orfanato o al juicio, tal cual entro me echan. Pero una calle más allá del hotel y con la compra realizada, dimos la vuelta porque el aire en la capital es absolutamente irrespirable en mi estado. Y eso que hemos llegado en época de lluvias. La arena no se puede tragar si antes no la has masticado. Y quieras o no, la boca se te llena de arena, así que o masticas y tragas o tragas directamente y la lías. Hasta ahora yo sólo tenía sinusitis en la zona de los pómulos pero, entre la presión del avión y el ambiente de Addis tengo infección en los pómulos, en los oídos, en los ojos, en la frente... En fin, abstenerse de venir los asmáticos. 

Por lo demás, todo muy colorido, con mucha gente, muchos coches, muchas tiendecitas, el personal del hotel muy atento y simpático, siempre con una sonrisa incluso cuando le pides tres veces la clave de wifi diciendo "passport" en lugar de "password", hasta que caes y te das cuenta de que no haces más que repetir lo que hemos oído en el viaje una y mil veces: "passport, please". Lo que hace el agotamiento. 

De vuelta en nuestra nueva casa, llamamos al representante y nos dice que "entre la una y las dos" (como veis, dándose margen para no llegar tarde), vendrían a por nosotros. Miramos el reloj y son las doce. Pues yo ducha y poco más. Marcos aún se durmió un rato, pero es que mi marido tiene la capacidad de dormirse de pie y con una banda de tambores y cornetas tocándole en el oído... Y a la una y media ya estábamos listos en la recepción del hotel esperando al encargado de recogernos y llevarnos al orfanato. 

Apareció a las dos y cinco. Puntualidad británica. 

Después de las presentaciones y alguna que otra cosilla más, nos subimos en un Toyota Corolla... pero de los primeros en fabricarse, estoy segura. Ventanillas bajadas a tope y listos para empezar. Y lo primero que nos dice el representante al arrancar es que no nos preocupemos por la manera de conducir, "aquí es normal y tenemos menos accidentes que en España". Y se pone el cinturón. Automáticamente buscas el tuyo en el asiento de atrás pero no hay, lógicamente. Te encomiendas a todo y con eso te quedas. Si está muy ocupado el carril pues te cruzas al de al lado que es de sentido contrario y punto. Los que vienen de frente ya se quitarán si eso. A todo esto, tragando polvo, claro... en fin... filosofía africana, supongo. Pero oye, un trayecto de media hora o menos, frenando para esquivar los coches que se te echan encima, conduciendo a lo loco, frenando en unos pasos de cebra sí y en otros no, recortando a los peatones que se lanzan a la carretera y escuchando que está toda la ciudad levantada porque quieren hacer un tranvía, y antes de lo que nos damos cuenta estamos en la puerta del orfanato, sanos y salvos, con una nueva capa de piel de arena en el cuerpo esperando a que nos den permiso para entrar.

Quince minutos después y tras saciar la curiosidad de dos de los chicos más mayorcitos, nos bajamos del taxi y entramos. Nos pasan a una sala donde unos veinte niños nos cantan una canción de bienvenida, con palmas y todo. Y yo buscando a mi chico entre ellos. Hay uno que se le parece, pero no está cantando. ¿Será él? (más tarde, en el hotel, Marcos me cuenta que le ha pasado lo mismo con este pequeño). Termina la canción y después de decirles que lo han hecho fenomenal y de aplaudirles nos llevan a otra sala. No era él. Hay que descalzarse. La puerta está cerrada. Está ahí dentro. Madre mía, madre mía, madre mía...

Se abre la puerta, unos diez o doce niños sentaditos perfectamente colocados y en lo que el representante nos dice "A ver si le reconocéis" un torbellino viene corriendo por la izquierda y sólo me da tiempo a ver la mayor sonrisa del mundo y unos brazos abiertos. Por puro instinto me arrodillo y... ya. Empiezo a llorar como una magdalena. Por fin ha terminado todo. No nos soltamos, Marcos también está con nosotros, los tres abrazados. Sé que en la sala nadie habla, pero para mí el sonido de nuestras tres respiraciones juntas debe de estar siendo oído en cada rincón del mundo. Y no quiero que este abrazo acabe. Pero nos separamos y D. sigue con su sonrisa. Cuarenta minutos. Nos dan solo 40 minutos para que estemos juntos este primer día. Es sábado y la directora del orfanato no está, por lo que no se nos permite más tiempo. Así que me seco las lágrimas y me preparo para vivir los primeros cuarenta minutos de mi nueva vida en familia. Espero que no os importe que los guarde para nosotros tres.

A la hora de la separación me porté como una auténtica campeona (en clase me hubieran puesto una carita sonriente en el babi o, lo que es mejor, una estrella roja con permanente en la mano!!) y no solté ni una lágrima ni media. Sensación agridule, como dice Marcos. Pero ahora ya sí que podemos decir que termina la espera. 

Llegamos al hotel, a comer y a las seis de la tarde nos fuimos a dormir. El cansancio, los nervios y la emoción han hecho que amanezcamos a las siete y media de la mañana.

Hoy no podemos verle. Nos dedicaremos a guardar mucha de la ropa que le hemos traído en la maleta, porque le quedará inmensa. Es muy chiquitito, como un nene de dos años y medio. Menos mal que trajimos ropa de tres añitos. También aprovecharemos para hablar por Skype con la familia y coger fuerzas para el encuentro de mañana. Y yo, particularmente, para reducir un poco la sinusitis que tengo: he hecho la firme promesa de no pisar las calles de Addis de nuevo a menos que sea estrictamente necesario. No quiero estar peor para cuando nuestro príncipe se quede definitivamente con nosotros en el hotel.

Mañana intentaré poneros otra entrada.

Muchos besos!

10 comentarios:

Mariam dijo...

¡Hola Laura!

He acabado de leerte con los ojos llorosos pero, de corazón te digo, que muy muy feliz de saber que ya podéis abrazar a vuestro niño.
Se te tan pero tan feliz que tus palabras resplandecen a través de la pantalla. Estoy tan emocionada...
Cuídate mucho, disfruta y guarda cada instante. ¡Qué bonitos recuerdos vas a traer para atesorar!

Te mando con todo mi cariño un abrazo muy muy fuerte. ¡¡¡Felicidades familia!!! Me alegro un montón de leer este momento.

VERÓNICA Y JOSÉ FCO. dijo...

Gracias Laura has hecho q por unos momentos me sintiese en tu piel, más cerca del país q nos trae a nuestros hijos. Es todo tan emocionante. No puedo hacerme a la idea sentirme en vuestro lugar en poco tiempo. Besos y disfrutar la experiencia más maravillosa del mundo

Anónimo dijo...

Qué de recuerdos me has hecho revivir!
Disfrutar mucho de todos los momentos tan especiales que estáis viviendo! y FELICIDADES por vuestra GRAN FAMILIA DE TRES
Un bs,
Anabel

Laura dijo...

Mil gracias a todas! Siento vuestras palabras aquí en Addis.

Muchos besos!

Centdesitjos dijo...

Lauraaaaaaaaa, Marcoooooooooos!!!!

Por fin, cuánto me alegro!!! Me has emocionado, y hecho reir también (passport, please.... Jjjj)

Un besote enorme! Y la salud, cuídala mucho!!!!! (Yo, cuándo llegué a etiopia, después de tantos años esperando, tuve un "bajón" que se convirtió en unas angínas espantosas en Addis.... Jjjj mis caras, en las fotos, dan fe de ello.... Jajaja)

Mantenednos informados tanta como os deje la red!!!! ;-)

Un besote enoooooooooooorme para los tres!!!!

Anónimo dijo...

Muy emocionante, me has hecho retroceder en el tiempo y recordar nuestro primer encuentro. Cuanta emoción contenida! Gracias por compartirlo!

Ángeles Ibirika dijo...

¡Cómo me ha emocionado leerte, Laura! Felicidades por la preciosa familia que habéis creado a base de mucha ilusión, esperanza y el amor que habéis ido atesorando para entregar a esa personita especial que ya es toda vuestra vida.

Os deseo la mayor felicidad del mundo. Sin duda la merecéis.

Un abrazo enorme, enorme, enorme… :)

Jsarmon dijo...


Hacía tiempo que no lloraba de alegría, solo lloraba de dolor y de tristeza por como me van mis cosas . Pero solo el leer las cosa tan bonitas que escribes y el verte a ti y a tu marido ser felices , hace que mi corazón lata con más fuerza y me den más ganas de luchar por los propósitos que tengo marcados en mi vida. Sobrina, eres la niña mas luchadora y mas valiente que he conocido, y por eso por fin el parto de cuatro años que has tenido ha dado sus frutos. Y reitero, no solo te hace feliz a ti, si no también a las personas que te quieren. Voy a secarme las lágrimas que se me corren las pestañas , besitos a los tres. Muaaaa.
Sigue escribiendo así de bien y conseguirás que al fin lea.

Nieves Hidalgo dijo...

Menuda panzada que me estoy dando a llorar. caray.
Es que os estoy viendo allí, abrazados y sin querer soltaros.

Pero merece la pena sabiendo que estáis felices.
Besooooooooooooos y hala, de regreso cuanto antes con el angelito.

Samaiaui dijo...

Parece que mis comentarios no se han enviado bien, o algo ha pasado.
Os he felicitado pero no veo el comentario.

Bueno... a ver si se ha ido al spam.