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jueves, 27 de junio de 2013

Ya estamos juntos.



Esta entrada debería haberla puesto ayer, pero fueron tantas emociones y tan rápido pasaron las horas que, sin darnos cuenta, nos vimos a las ocho de la noche con el peque totalmente dormido y nosotros agotados.

Ahora que papá y D. están jugando un poquito y que la conexión de internet parece que no falla, tengo un momentillo para contar cómo fue todo.

A las dos vino el representante a buscarnos al hotel y en nada llegamos a las Cortes. Tardamos un poquito más de lo normal porque, de pronto, decidieron cortar una calle. Y es que en Etiopía las cosas funcionan así: hoy decidimos trabajar en este tramo y ni señalamos, ni avisamos ni nada. Plantamos la maquinaria en medio y punto. El que llegue que se dé la vuelta. Eso mismo es lo que nos pasó a nosotros. Lo que se suponía un viaje de cinco minutos, se convirtió en uno de quince. Y no se alargó más gracias a que nuestro conductor, siguiendo las muy buenas y legales (quiero decir "ilegales") indicaciones de nuestro representante, se saltó la mediana unas cuantas veces y atravesó calles en dirección contraria, otras pocas. Eso sí, aparcamos en la puerta las Cortes como si fuéramos estrellas invitadas. 

Y allí que nos bajamos nosotros, los tres, monísimos de la muerte, arreglados para el tan esperado evento. Tercer piso y... a pie. El representante tiene mucho nervio y no es capaz de esperar un ascensor. Así que, a patita. Menos mal que conoce a todo el mundo y en el rellano de cada planta nos paramos a saludar a la gente. 

Llegamos. La sala llena de familias adoptantes de todas las partes del mundo. Nuestro amigo coge la lista (escrita en amárico, claro), hay algo que no le parece bien. Se va y nos deja sentados. Vuelve, se sienta y... ¡oh, milagro! Sale una mujer y dice: "Miskaye". Nuestro orfanato. ¿Nosotros? ¿Ya? Pero si acabamos de llegar... Pues adentro, no se hable más. Un juez jovencito, con cara de buenísima persona, le pide al representante que nos diga que la jueza se ha tenido que ir, pero él tiene autoridad suficiente para llevar a cabo el trámite. Perfecto. Comenzamos. Un minuto escaso de preguntas, contestamos a todas con "Sí" y nos traduce: "a partir de este momento, D. es legalmente vuestro hijo a todos los efectos" (bueno, no sé si esas fueron las palabras exactas, pero el significado es el mismo). Y entonces sí, como no puede ser de otra manera, me lío a llorar como si se me fuera la vida, tanto que el juez hasta me sonríe y yo salgo envuelta en un mar de lágrimas. Pero feliz, inmensamente feliz. Nos juntamos los tres en el pasillo y el pobre representante me da un abrazo, saluda a Marcos y nos da la enhorabuena. Pues, hala, no perdamos más tiempo. Al orfanato.

Y allá que nos vamos el conductor, el representante, Marcos, mis emociones y yo. 

Todo fue muy rápido. D. aparece con ropa limpia, más o menos de su talla, serio como siempre, pero dispuesto a soltar una sonrisa a la mínima. Hablo con una de las monitoras, me facilita la información que necesito, D. reparte besos a todos los niños y cuidadoras del orfanato y nos subimos de nuevo al coche. Nos saltamos la ceremonia de despedida. Por una parte, me da lástima, parece ser que es un momento muy bonito pero por otra, las familias que están aquí nos han dicho que así es mejor. Los niños saben lo que significa y miran con caritas tristes...

En el coche todo es nuevo para él. Mira por la ventanilla y es tanta la información que le llega que no sabe por dónde asomarse. Los camiones, autobuses, maquinaria de construcción, etc. son toda una atracción para él. Habla, dice cosas y nos mira. Y por fin llegamos al hotel. Subimos a la habitación y de cabeza a la ducha. No sé qué estarán haciendo exactamente, pero Marcos y él se lo están pasando bomba. Sale, lo envolvemos en la toalla y a la cama. Vamos a echarle aceite, a ver si esa piel tan preciosa recupera su brillo. Me echo un poco en las manos, lo extiendo por su tripilla y... comienzan las risas. Le hace gracia ver que de pronto resplandece. Me pone las manos y me pide que le eche, él también quiere obrar el milagro en su piel de ébano. Es fantástico, todo son risas y ojos de admiración. Y por fin llegamos a la ropa nueva. Menudo dilema. Ni la ropita de tres años le vale. Por el cuello de la camiseta casi le asoman los hombros y al pantalón le hemos tenido que dar una vuelta en la cintura y otra en los bajos. ¡Si es que no tiene culo! Pero a él le parece perfecto, está acostumbrado a llevar ropa grande.  Nos calzamos y a la calle. Vamos a ver si nos encontramos a M. y a J. que son dos amigos del orfanato que llevan con sus papis tres semanas.

M. y J. no están aún, deben de estar con la siesta, así que jugamos un poco al balón y nos sentamos en el columpio. ¡¡¡¡Eso de mecerse es guay!!!! Subimos un ratito a la habitación porque es la hora de las presentaciones vía Skype. Lo del ordenador también es una pasada, así que D. toca la pantalla y saluda cuando oye su nombre. Como no queremos agobiar mucho al peque, le ponemos una sudadera que le queda grande de espalda pero perfecta de mangas (D. va a ser alto, tiene los brazos muy largos, bueno, eso creo yo) y nos marchamos a cenar. 

Nos vamos al restaurante, pero tardan tantísimo en traernos la comida que D. se empieza a quedar dormido. Me da rabia que no cene, pero el sueño le puede, así que nos traemos la cena a la habitación y se la guardamos por si se despierta. Desde las doce creo que no ha comido nada. Lo metemos en la cama y cae como un cesto así que, con el mismo grado de agotamiento, nos vamos a dormir nosotros también.... Hasta las cinco. 

¡Alegría! D. se ha despertado de un humor maravilloso: nos tapa la nariz, nos hace cosquillas, se nos tira encima... Pero tiene hambre. Se come la tortilla con unas ganas inmensas y sigue con la juerga. Claro, él estará acostumbrado pero en mi tierra, estas no son horas de levantarse, así que, apagamos la luz (que previamente D. había encendido) y a dormir. El tío se da la vuelta y hasta las ocho. 

Esta mañana no perdemos el tiempo. Nos levantamos, nos lavamos la cara, nos vestimos y a desayunar. Los papis de J. nos han dicho que mojan todo en la leche y se lo toman tipo sopa, así que le preparamos un buen tazón con colacao y unos trocitos de bollo. Come que da gusto mirarle. Eso sí, mete los dedos hasta los nudillos pero hoy no nos vamos a poner tiquismiquis. Está disfrutando del desayuno y nosotros también. Así que, en cuanto terminamos, nos vamos a la habitación, nos lavamos los dientes y vamos en busca de los amigos.

 Y ahora sí, ahora reconoce a sus compis. Se miran, se sonríen pero no se acercan. Hay que romper el hielo y les animamos un poquillo... Y ¡madre mía! qué manera de hablar más sorprendente. Los tres sentados en el columpio y con una cháchara que ni yo en mis mejores tiempos. Eso sí, lo que se cuentan debe de ser la mar de entretenido porque se ríen con unas ganas... Es maravilloso. Pero todo buen momento tiene su final y tenemos que subir de nuevo a la habitación... Mmmmm... primera rabieta. Parece que D. no es de berrear, pero se mueve como una lagartija y se tira al suelo... Y, detalles a un lado, incluidas las lágrimas de mami, (perdonadme la expresión, pero joder cómo duelen los hijos) pasada media hora estamos los tres jugando con la plasti amarilla que mola muchísimo. Y a las doce, comiendo otra vez. 

Tras una siesta de dos horas de sueño profundo, con pesadilla incluida, toca merendar. En la habitación no tenemos nada para él, así que nos vestimos los tres y salimos a la aventura. D. va de la mano de papá y mamá y sigue mirando todo como si fuera la primera vez que pisa la calle y todo le sorprende un montón. Entramos en una tienda, hacemos acopio de víveres para la próxima semana y volvemos a la habitación. Mmmmmm, todo está riquísimo y hay que quitarle la comida porque es capaz de acabar con todo. Del zumo no ha dejado ni para escurrir. Así que nos merecemos un rato de juego en el patio, pero no hay nadie conocido y además, está abarrotado de gente: hoy se celebra algo con miembros de la ONU en nuestro hotel y las familias con bebés se han reunido en el centro del patio y casi no hay sitio para que los peques jueguen, así que D. nos pide volver a la habitación.

Y vaya si nos ha cundido la tarde. Hemos trabajado con el punzón y hemos pintado con acuarelas. Nos ha quedado tan chulo el cuadro que mami lo ha pegado con masilla adhesiva en el marco de la ventana de la habitación. 

Ahora toca ir a cenar que ya va siendo hora. 

Mañana más. 


5 comentarios:

Centdesitjos dijo...

Espera, que me seco las lágrimas.... Buf.... Que de emociones Laura.......

Gracias por acercarnos tanto a vosotros... No dejes ce contarnos estas bonitas historias en Addis.....

Qué felicidad por fin!!!!

VERÓNICA Y JOSÉ FCO. dijo...

Ohhhh como me he podido enganchar así al blog Laura? Ya quiero q sea mñ otra vez. Hoy he pasado el día entrando por sí habías escrito algo. Me encanta q todo vaya tan bien. D. Es un niño maravilloso eso seguro. Las historias q vas contando hace q me sienta allí cerca de vosotros pero nada seguía a miles de km. Buenos un abrazo fuerte y a ver sí es posible q conozca a D. pronto. Bs

Blanqui dijo...

Ayyyyyyy Laura, que bonito, gracias por compartirlo. Ya eres mami niña, para todo, ya sois 3 para siempre...FELICIDADES!!!un besazo enorme

Ester dijo...

Aissss me encanta con que detalle cuentas todo!!!! debio ser una maravilla verlo hablar en su idioma con los amiguitos...que pena que pronto lo vayan a perder...Espero que vuestra estancia en etiopia la disfruteis al máximo...y que vuestro niño siga así de bueno y aunque tenga alguna rabieta poco a poco os vayais acoplando como familia.

Un besote enorme.

Ester

Samaiaui dijo...

Muchas Felicidades por el peque!!!!!

He estado leyendo las últimas entradas desde que cogéis el avión... Madre mía!, que aventura y que cansancio.
Estaba disfrutando mucho leyendo tus entradas y cuando he llegado al momento del lloriqueo en Las cortes, ya no he aguantado el tipo. Me cae el moquillo a mi también.
Que pasada, que después de tanto tiempo os digan que ya es vuestro hijo.
Toda la ansiedad, la espera, los nervios deben desaparecer y claro!, por algún lado tiene que salir.

He leído también la de hoy, en la que dices que tiene rabietas. Y creo que lo de ponerles normas desde el principio es necesario y les va bien.

Bueno. Me alegro un montón de que ya estéis disfrutando ... En Familia!

un beso